La obra del nuevo acueducto a construir entre el lago Musters y Comodoro Rivadavia deberá contemplar una población no inferior a 500.000 habitantes, según las proyecciones que se hacen para el año 2040. El recambio de las cañerías debe completarse con la construcción de nuevas reservas y la ampliación de la capacidad de bombeo.

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La impostergable obra del nuevo acueducto cuenta con antecedentes de propuestas técnicas que reflejan la magnitud de la obra a realizar, como también las previsiones necesarias para que, esta vez, la solución sea definitiva.

Además de la construcción de un nuevo tendido de cañerías, se requieren obras complementarias como un nueva red eléctrica de 132 Kv. y la construcción de nuevas reservas de almacenamiento de agua.

Una historia de frustraciones por el agua

La necesidad, como la frustración, tiene raíces históricas. Una apretada síntesis nos recuerda que, en 1913, la entonces Administración Nacional de la Explotación del Petróleo de Comodoro Rivadavia (precedente de lo que sería Y.P.F, creada en 1922) firmó un convenio con Francisco Behr, desde cuyas tierras –unas 2.500 hectáreas cedidas a cada colono boer que llegaba a poblar la región-, 30 km al norte, se podría aprovechar el agua de manantial.

Sin embargo, la provisión, mediante carros aguateros, era insuficiente y en 1920, el entonces presidente Hipólito Yrigoyen decretó la expropiación de las tierras de Behr, por lo que se construyó el primer acueducto, que sería el principal abastecimiento de la ciudad hasta mediados de la década del 50, cuando los problemas de crecimiento volvieron a evidenciar la necesidad de más agua.

"Elegí Morán, el puerto o el acueducto". La frase fue pronunciada por el entonces ministro de Economía, Alvaro Alsogaray, en el despacho municipal, un día de 1959 en que vino acompañando al presidente Arturo Fondizi. Se lo dijo al intendente anfitrión, Antonio Morán, quien se había tirado ‘de cabeza’ por las dos: “Señor presidente, hay dos obras prioritarias como el primer día, el puerto y el acueducto”. Obviamente, se inclinó por la segunda.

Canilla pública en barrio Pietrobelli, hacia el año 1957.
Canilla pública en barrio Pietrobelli, hacia el año 1957.
Ángel Gabriel Cárdenas y familia/ambientecomodoro.gob.ar

La obra del primer acueducto para transportar agua desde el lago Musters empezó en 1963 y se inauguró en mayo de 1966. No era la solución definitiva, porque más de la mitad de la ciudad no tenía aún las redes de distribución domiciliaria.

El problema de las redes se fue saneando a la larga, pero el nuevo acueducto no fue la solución esperada. Apenas meses después de la inauguración, comenzó a romperse, en pleno verano del 67, debido a problemas de diseño: esto se originó en la falta de protección exterior de los caños de hormigón, afectados por el alto nivel de salinidad de los suelos de la región.

En la década del 80 las roturas se hicieron cada vez más frecuentes, iniciándose una serie de gestiones que derivaron en nuevo proyecto, que se inauguró a fines de 1999. Otra vez la frustración: esa obra se hizo sin la protección catódica adecuada, por lo que 15 años después de su puesta en funcionamiento, la historia repetida de las roturas frecuentes en la época de calor. 

La rotura de los caños del acueducto 99 deja en evidencia la el deterioro por falta de protección catódica.
La rotura de los caños del acueducto 99 deja en evidencia la el deterioro por falta de protección catódica.
Archivo ADNSUR

Antes de que ese desperfecto surgiera a la luz, en 2013 se había iniciado la obra de 'repotenciación', para incrementar el caudal de agua transportado. Esto estaba previsto para acompañar el crecimiento poblacional desde el momento de la habilitación, para llevar el caudal desde 4,8 millones de litros por hora a 7 millones de litros, a través de la llamada obra de 'repotenciación'.

Ese proyecto tuvo sucesivas demoras y postergaciones y hoy aún no está terminado, pero tampoco se podría habilitar, aun cuando se termine, si antes no se recambian las cañerías, que no podrían soportar el mayor caudal.

Nuevas cañerías de agua y redes eléctricas para impulsarlas

Informes técnicos de la SCPL han revelado que las cañerías del acueducto de 1966 se mantienen en mejor estado de conservación, por su mayor calidad, que las de 1999. “A diferencia del acueducto ‘nuevo’, los caños del acueducto ‘viejo’, cuando se reemplazan, se observa que conservan en mejor estado su armadura de refuerzo”, señaló uno de esos informes, publicado por esta agencia años atrás.

Para la nueva obra, en la que aún debe efectuarse el proyecto ejecutivo, habrá que definir si el tendido de cañería se hará en material de PVC o de PRFV, que es similar a la fibra de vidrio según explicaron especialistas, algo más costoso, pero de mayor duración y resistencia para los suelos de la región.

La obra demanda el tendido total de los 144 kilómetros de trayecto de cañerías, debiéndose reemplazar además el diámetro de caños en la zona de llegada a la ciudad, que inexplicablemente se torna más angosto, provocando una mayor fricción.

Válvulas del acueducto 99.
Válvulas del acueducto 99.
Archivo ADNSUR

Sin embargo, si fuera necesario licitar el proyecto en etapas, urge empezar por el tramo Cerro Negro y Valle Hermoso, de unos 40 kilómetros, que es el más crítico y el que más frecuentemente se rompe, para avanzar paulatinamente sobre los demás segmentos.

Otro de los puntos más costosos es el sistema de electrificación, ya que se necesita una segunda línea eléctrica de 132 kilovolts para Sarmiento, algo que se podría resolver inicialmente con dos líneas de 33 Kv.

El sistema debería completarse con dos nuevas reservas, sumando unos 30.000 metros cúbicos de almacenamiento. Actualmente, la reserva de Puesto La Mata es de 90.000 metros cúbicos, sumado a otros 15.000 cúbicos en Cerro Arenales, lo que totaliza 105.000 metros cúbicos.

Las reservas actuales alcanzan para almacenar lo que transporta el acueducto, pero si la nueva cañería incorpora la repotenciación, ampliando el caudal, las nuevas reservas resultarán indispensables. La necesidad del mayor caudal es para evitar los cortes programados en la temporada primavera-verano, cuando se necesita recuperar reservas porque la demanda supera a la capacidad de transporte.

Una imagen típica en la historia de la región: cortes de agua por rotura de la cañería.
Una imagen típica en la historia de la región: cortes de agua por rotura de la cañería.
Archivo ADNSUR

Otro problema a tener en cuenta en el nuevo proyecto, para evitar malas experiencias, es el vinculado a las válvulas de seccionamiento del ducto 99. Para abaratar costos, se instalaron cada 30 kilómetros, en lugar de establecerlas cada 5 kilómetros. Esto significa que cada vez que se debe interrumpir el bombeo para una reparación por rotura, el vaciamiento de éstas deriva en la pérdida de 30.000 metros cúbicos, o 30 millones de litros desperdiciados, para vaciar los caños.

Un último elemento es la electrificación del bombeo para poder reemplazar los motores ‘Workington’ que utiliza el acueducto de 1966, que ya han cumplido ampliamente su ciclo de vida útil. ¿Esto significa que el viejo acueducto todavía debería seguir utilizándose? Los especialistas que conocen el sistema aseguran que sí, tanto el 66 como el 99, que deberían seguir transportando agua con un régimen de mucha menor exigencia, ante las proyecciones de crecimiento de las 4 ciudades a las que abastece el sistema.  

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