Ella toca el charango y él un instrumento de viento. Su hija sube al escenario, los acompaña en una canción y cuando termina el público estalla en un aplauso. "Nuestro Estilo" suena en el Centro Cultural de Rada Tilly, y no es un concierto más; es la primera vez que vuelven a los escenarios luego del inicio de la maldita pandemia que les arrebató un amigo y desestructuró al grupo.

Héctor le pone onda a la noche y habla con el público, y entre risas dice algo que lo cambia todo: "el año que viene cumplimos 50 años juntos. Nos acompañamos desde la explosión del cine. ¿Se acuerdan?".

En el recinto pocos saben a que se refiere el músico. Sin embargo, los más viejos y los más memoriosos si. A fin de cuentas quién se puede olvidar de algo así.

Nuestro Estilo, la noche que volvió a los escenarios en el Centro Cultural de Rada Tilly.

EL DÍA DE LA EXPLOSIÓN

La explosión del Cine Coliseo se produjo el 30 de julio de 1972. Esa tarde de domingo el Centro de Comodoro se convirtió en una zona de guerra. El saldo: tres víctimas fatales y más de 30 heridos, algunos de gravedad, según indican las crónicas periodísticas de la época. 

Ese día se proyectaba Argentinísima y se estrenaba una película de Luis Sandrini y Piero. El Cine Coliseo tenía una lleno total. Desde temprano se vieron largas filas para entrar a la sala. Es que el film convocaba a chicos, adultos y soldados que aprovechaban su día de descanso. 

Héctor y Nélida por ese entonces tenían 13 años, y se conocían del barrio Pueyrredón, de las calles 32 y 15 (Cayelli y Larraude) donde vivían. Junto a un grupo de 5 amigos decidieron ir a ver la película y aprovechar el domingo. Así, en la equina de su casa tomaron la Línea 13 azul y  bajaron en el Centro. Pero había un problema: uno de los chicos, “Pichón” Macías no tenía plata para la entrada.

Eran cosas de chicos. Entonces idearon un plan. Héctor fue a comprar las entradas e ingresaron rápidamente aprovechando que el cine estaba repleto. Cómo había tanta gente solo encontraron lugar para todos en la fila 6. Prácticamente tenían la pantalla en los ojos, pero no les importaba; estaban juntos e iban a poder ver la película. Sin embargo, el destino estaba de su lado, y una vez que se apagaron las luces el acomodador les pidió a tres de ellos que se cambiaran de lugar, sin advertir que había un colado.

Esa jugada del destino, casi un movimiento de ajedrez, iba a ser la salvación de los chicos, tal como recuerdan Héctor 50 años después. “Eso fue lo que nos salvó que se nos viniera todo encima. Cuatro de los chicos quedaron de un lado y nosotros quedamos del lado de la pared junto a mi prima”.

UN GRITO... Y EL MIEDO

A Nélida no le gusta mucho recordar lo que sucedió ese día, pero no puede olvidar la imagen. Recuerda que la película recién comenzaba cuando salió un hombre de la zona de la caldera y  dijo: “tranquilos, no se asusten”, y luego se sintió la explosión.

“Éramos chicos. Me acuerdo que cuando salió pensé qué pasa y luego vino la explosión. Fue tan fuerte que los bancos de adelante se fueron hacía atrás y se salieron de lugar. Es increíble contarlo, porque la oscuridad no dejaba ver nada, solo el polvillo que caía y la pantalla que se venía”, dice como si aún pudiese ver esa imágen. 

Tras la explosión vino el caos. El intento de protegerse y la desesperación por encontrar a los suyos. Nélida recuerda que no quería salir del lugar, porque no sabía qué había pasado con sus amigos y su hermano, que habían quedado en la fila del medio. Sin embargo, Héctor la convenció de que se fueran y salieron agarrándose de la pared. 

Medio siglo después, Héctor admite que fue muy shockeante lo que pasó. “Para nosotros fue una experiencia que nunca pensamos que íbamos a pasar. Fue muy shockeante. Yo me acuerdo que sentí un ladrillazo en la nariz y le dije 'tirate al suelo', y ellas con mi prima se quedaron abrazadas. Pero yo le decía que salgamos. Ella me decía que su hermano estaba ahí, pero yo le decía que ya había salido. En verdad no lo sabía pero teníamos que salir”, dice.

Cuando lo cuenta Héctor transmite la adrenalina que sintió en ese momento. Es posible imaginar el escenario: sala llena, una nube de polvo y gritos de incertidumbre ante lo que había pasado: ¿un atentado, una explosión? 

Finalmente los tres salieron del Coliseo,y el hermano de Nélida, Beto, también. “Pichón”, el colado, lo sacó de debajo de las maderas. 

Afuera del Cine, el escenario era apenas mejor que adentro. El cine no tenía vidrios y las calles estaban repletas de gente, camillas y médicos. El sanatorio La Española, que está a media cuadra, prácticamente se puso a disposición de la urgencia, así también como todas las fuerzas vivas de la ciudad. 

Los chicos, haciendo caso al consejo que siempre le daban sus padres: “cualquier cosa que pase te volvés a la casa”, decidieron volver al barrio. Otra vez subieron al colectivo, sin poder creer lo que habían vivido, y una vez que llegaron se bajaron en la parada de siempre.

Por ese entonces, en su casa ya había gente que se había enterado que el grupito estaba en el cine. La noticia se había difundido por la radio.

Cuando Héctor llegó a su casa, su madre estaba planchando. Cuando lo vio le preguntó por qué había vuelto si estaba en el cine. Y él simplemente le dijo: “el cine explotó”. Los padres de Nélida, en cambio, ya sabían lo que había pasado. Su papá trabajaba en Diario El Patagónico, y se había enterado.

La explosión dejó un saldo de tres víctimas fatales: Rodolfo Valentín Jaime de solo 6 meses que estaba en el cine con su mamá y Rosa Ramírez, que iba a 5to año del Colegio Perito Moreno. Mientras que del tercer fallecido no quedaron registros. Además hubo más de 30 heridos de gravedad, la mayoría chicos de entre 9 y 16 años, los que siempre querían ir a las primeras filas.

Por la corta edad que tenían, Héctor y Nélida no recuerdan que hubo víctimas. Para ellos, la explosión del Cine Coliseo se terminó convirtiendo en una mala experiencia que pocas veces recuerdan, pero que en el caso de Héctor, le hace recordar aquellos tiempos en que comenzó la relación con quien luego sería su esposa.

Es que cuando tenían 20 años, el 27 de junio de 1979, decidieron dar el sí y formar su propia familia. Primero vivieron en el barrio Pueyrredón, donde aún vive la mamá de Nélida, y luego se mudaron a las 313 Viviendas, donde criaron a sus tres hijas (Natalia, Cecilia y Celeste) y nació Nuestro Estilo, la formación que surgió en el año 85, cuando decidieron sorprender al abuelo de Héctor, José Fermín Mena, en su cumpleaños 80.

El matrimonio cuenta que como todos los nietos tocaban algún instrumento, cantaban o recitaban, ellos decidieron sorprenderlo con música. Así, Héctor decidió aprender a tocar la quena, mientras que Nélida apuntó al charango, aprovechando sus conocimientos de guitarra.

De esa forma, en una fiesta familiar terminó naciendo “Nuestro Estilo”, formación que fue finalista de Precosquín en 2003 y pisó en dos ocasiones el escenario mayor de Cosquín; primero por la destacada presentación en la clasificación y luego por invitación directa tras su primera actuación en el Próspero Molina. 

VOLVER A EMPEZAR

Por estos días, ya jubilados -Héctor como empleado municipal y Nélida como docente de Nivel Primario y Secundario- buscan volver con todo a los escenarios. En las últimas semanas iban a participar del Festival de la Esquila en Río Mayo. Sin embargo, el evento se suspendió por la tercera ola de contagios Covid, la pandemia que les arrebató a un integrante del grupo y alejó a otros dos.

Es que "Nuestro Estilo" en febrero del año pasado perdió a Víctor González, quien falleció producto del Covid. Mientras que otros dos integrantes, un matrimonio de San Juan, decidió volver a sus pagos por todo lo que estaba pasando.

Desde entonces, el grupo estaba parado, hasta que recibieron una invitación de Marcos Vílchez de la Municipalidad de Rada Tilly, para tocar en el Centro Cultural. Así, el 28 de julio del año pasado volvieron a los escenarios junto al guitarrista Carlos Valencia, un amigo de la infancia de Héctor que en algún momento había tocado ellos.

Por estos días, Héctor y Nélida sueñan con volver a los grandes escenarios, como hicieron en Cosquín, pero también con el Coro Municipal, agrupación con la que tocaron "la Misa Criolla" en Brasil y diferentes lugares de Argentina.

“De a poquito estamos tratando de volver a empezar. Como hicimos en el Centro Cultural, con el dolor de haber perdido a un compañero de música, que fue bastante difícil y recordamos siempre, pero aquí estamos, listos para seguir”, dice Nélida ante la mirada de Héctor, su compañero de vida, aquel que conoció a sus 10 años y con el que vivió la histórica explosión del Coliseo, algo que los terminó uniendo aún más. 

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