Dos mil habitantes. Manzanas aisladas en medio de un paisaje casi desértico. Casi imposible imaginar en 1925 lo que iba a ser Comodoro Rivadavia y la calle Sarmiento, con ese tránsito frenético que tiene cada mediodía y cada tarde. La imagen es elocuente: un galpón gigante sobresale sobre las casas de chapa con techo a dos aguas; el horizonte es el mar, entre calles apenas delineadas y las pendientes que reflejan lo sinuoso del terreno. El Instituto María Auxiliadora ya está de pie, dedicado a la educación de las niñas del pueblo, aquel que se iba a convertir en uno de los principales polos industriales de Argentina.

La fotografía que refleja los inicios del colegio: Foto: Archivo Instituto María Auxiliadora.
La fotografía que refleja los inicios del colegio: Foto: Archivo Instituto María Auxiliadora.

El último febrero, el colegio cumplió su primer siglo de vida, toda una historia de educación, religión y sociedad, porque, como dice Carolina Otero, la primera directora general laica de la Casa María Auxiliadora, el centenario no solo “es un acontecimiento para la comunidad de la institución, sino para toda la ciudad de Comodoro”.

El Instituto María Auxiliadora nació como un colegio de monjas, dedicado exclusivamente a la educación de mujeres. El 28 de febrero de 1925, las hermanas María Peisino, María Camino y Josefa Berizzo llegaron a la ciudad para fundar la Casa María Auxiliadora en Comodoro Rivadavia.

“La historia tiene que ver con los orígenes del pueblo”, dice Daniel Cabral Marques, el investigador y profesor que, desde 1990, trabaja en el IMA como docente y, en la actualidad, también es coordinador de investigación del nivel superior.

Marques sabe en primera persona de lo que habla. Hace 35 años integra la comunidad educativa del colegio y, en su carácter de investigador, profundizó en los diferentes procesos que atravesó el instituto a lo largo de estos 100 años.

“El colegio comenzó a funcionar en 1925”, dice el docente. “Primero se llamó Madre Catalina Daghero, por la segunda sucesora de María Mazzarello, que fue la creadora del Instituto María Auxiliadora a nivel mundial. Ella falleció en 2024 y al año siguiente se creó el instituto y llevó su nombre.”

“En ese momento, el pueblo era una estructura”, continúa, “estaban los campamentos y se necesitaban escuelas. Había una sola, la 24, que había creado el gobierno nacional, y una segunda escuela que habían creado los salesianos varones en el Centro. Se llamó Miguel Rua, como el segundo sucesor de Don Bosco, y se creó en 1914 en una casita de chapa, pero en 1926 los salesianos se fueron al 3 porque Mosconi los llamó para crear el Deán Funes. Entonces no había escuelas y hubo toda una gestión para crear una escuela de mujeres”, reconstruye a modo introductorio.

El Instituto María Auxiliadora es un emblema de la historia de Comodoro. Foto: ADNSUR.
El Instituto María Auxiliadora es un emblema de la historia de Comodoro. Foto: ADNSUR.

Cuenta la historia que en 1912, el Gobierno Nacional a cargo de este territorio había cedido a Constancia Sukas la manzana 26, ubicada en la calle Sarmiento, entre Italia y Belgrano. El fin era construir un asilo, una escuela o un oratorio. Sin embargo, la obra nunca se concretó y en 1925, ese espacio fue cedido para la fundación de la Casa María Auxiliadora de Comodoro Rivadavia. 

Con ese mandato, llegaron las hermanas a un pueblo que parecía un desierto.  “Hay historias muy anecdóticas en torno a la llegada de las hermanas”, rememora Otero. “Nadie las fue a recibir y por una cuestión de los vientos en vez de desembarcar en Km 3, desembarcaron en el Centro y se encontraron con que ni siquiera sabían dónde estaba la manzana 26. Fueron alojadas por caridad por pobladores locales y se encontraron con una construcción de material y un depósito en un estado de conservación muy deteriorado. Ellas lo subdividieron y crearon cuatro pequeñas aulas para recibir a las primeras estudiantes, sin ningún servicio y en las afueras del pueblo”, recuerda la directora.

Así era el Comodoro de 1920, un pequeño pueblo que tenía que pelear contra el viento y la greda en aquellos días de lluvia donde era una travesía caminar de un lado a otro. 

En ese contexto, las hermanas abrieron las inscripciones del colegio. Ya no estaban María Peisino ni María Camino, pero habían llegado Victorina Barrios y Zoraida Pitón, y con 23 alumnas de nivel primario comenzó a funcionar el Instituto María Auxiliadora (IMA).

El número de alumnas creció rápidamente y en julio ya se había triplicado la matrícula, cuenta Otero. Las hermanas eran docentes, catequistas y también maestras de las pupilas, porque hasta la década del 80, el colegio tuvo alumnas que vivian de lunes a viernes en el establecimiento. Eran niñas del pueblo o que residian en los campamentos cercanos, es decir Km3, Km 8 u Astra. 

Una fotografía de 1925, el año en que se creó el Instituto María Auxiliadora. Foto: Fototeca Municipal.
Una fotografía de 1925, el año en que se creó el Instituto María Auxiliadora. Foto: Fototeca Municipal.

ANTES QUE EL ESTADO

El IMA no solo fue pionero en ese sentido, sino en muchos otros aspectos que hicieron al crecimiento del pueblo. Pocos saben que, hasta 1934, el IMA tuvo el primer jardín de infantes de la ciudad. El mismo era de modalidad mixta, como se puede observar en la fotografía. Además, tuvo la primera capilla donde se celebraban sacramentos como el bautismo y el matrimonio y el primer espacio de formación docente. Como dice Cabral Marques, se hizo cargo de la creación de espacios, incluso "antes de la llegada del Estado".

“El jardín muchos no lo tienen presente porque no trascendió en el tiempo, pero marca la llegada antes del Estado, incluso antes de jardines históricos como son el Juana Manso y El Trencito del año 49. La capilla se creó en 1935 y fue el primer lugar de culto de todo el pueblo en una época en que no estaba la Catedral y solo estaba en Km 3 la capilla de Santa Lucía y la Iglesia Reformada de la década del 30, que era de los boers, pero no tenías una capilla de culto católica”, explica. 

“Y además tuvo el primer nivel secundario en el año 44. Respondía un poco a las demandas sociales. Hacía falta un colegio secundario, porque no existía y lo más cercano era Trelew. La gente se iba a estudiar allá, entonces los padres reclamaban que las chicas pudieran continuar aquí y se creó el colegio secundario, con la particularidad de que en el año 47 se le dio la característica de formación docente y las chicas se egresaron en el año 48 como maestras normales nacionales de toda la región”, puntualiza el investigador. 

El primer jardín de infantes de la ciudad. Año 1927, un archivo histórico del colegio. Foto: Instituto María Auxiliadora.
El primer jardín de infantes de la ciudad. Año 1927, un archivo histórico del colegio. Foto: Instituto María Auxiliadora.

La casa también cumplió un importante rol social con la creación de una segunda comunidad de hermanas que se encargaba de la asistencia espiritual y sanitaria de los enfermos internados en el Hospital Alvear, por entonces de YPF. Además, fundó el primer oratorio de la ciudad, “un espacio festivo y recreativo” que se abrió paralelamente a la escuela y que estaba destinado a niños y niñas de todo el pueblo, permitiendo llegar a toda la comunidad “desde lo lúdico y también el acercamiento a la palabra de Dios, las buenas obras, la calidad del servicio, más allá de esta manzana 26”, agrega Otero.

En esos primeros años, el colegio arquitectónicamente era alas, con un gran patio central que aún continúa intacto y que se terminó de construir en la década del 30, cuenta Cabral Marques. Luego llegaría la construcción de lo que hoy es la capilla y la biblioteca, que en principio fueron dormitorios, salones de profesionales, aulas y una galería. Y mucho más tarde se crearía el teatro que hoy es utilizado para espectáculos, el gimnasio y el sector de la pastoral. 

La capilla es uno de los sitios históricos del colegio. Foto: Fredi Carrera.
La capilla es uno de los sitios históricos del colegio. Foto: Fredi Carrera.

El Instituto María Auxiliadora es un patrimonio histórico de la ciudad por su valor arquitectónico e histórico. En su mejor época, más de 25 monjas convivieron en sus instalaciones y cientos de chicas vivieron en su interior. Esa modalidad se mantuvo hasta la década de 1980, y con el crecimiento de los pueblos y el mayor acceso a la educación fue desapareciendo, explica Otero.

En la actualidad, más de 900 estudiantes asisten al instituto en sus tres modalidades: primaria, secundaria y superior con formación docente. Se trata de una escuela pública de gestión privada. Es decir, que recibe aportes del Gobierno provincial para cubrir sueldos del personal reconocido por el Ministerio, pero, a su vez, por cuenta propia, se hace cargo del mantenimiento edilicio, los servicios, los insumos, el personal no docente y administrativo, y el personal docente específico para algunos cargos. Esos gastos se cubren con la cuota mensual que aportan los padres. 

Desde 2021, el colegio es administrado íntegramente por laicos, que a lo largo de la historia de la institución comenzaron a desempeñarse en diferentes espacios: primero como maestras, luego como profesoras, directivos y, hoy por hoy, inclusive en la dirección general, un espacio de animación que históricamente llevaron adelante las hermanas.

En ese sentido, las monjas Berta y Zoila Sánchez, y Verónica Castillo fueron las últimas hermanas que tuvo el instituto. En 2021, la Inspectoría decidió cerrar temporalmente la comunidad religiosa, poniendo fin a una historia de más de 90 años, durante la cual pasaron más de 150 hermanas que educaron y guiaron a miles de niñas comodorenses. 

Las monjas Berta y Zoila Sánchez, y Verónica Castillo fueron las últimas hermanas que tuvo el instituto. Foto: Archivo ADNSUR.
Las monjas Berta y Zoila Sánchez, y Verónica Castillo fueron las últimas hermanas que tuvo el instituto. Foto: Archivo ADNSUR.

Hoy el legado continúa en manos de directivos y docentes que, como dice Otero, son los responsables de mantener la esencia del colegio. “Nosotros somos los portadores de este tesoro que es el carisma y somos responsables de que este carisma llegue a diferentes generaciones: no solo a los niños, sino también a los adultos y a los docentes. Pero la esencia no cambia; seguimos siendo hijos de María Auxiliadora como laicos y llevamos impreso nuestro ADN, nuestro carisma salesiano de Don Bosco y de madre Mazzarello.”

Coincidiendo con su centenario, y en el año del Jubileo de la Esperanza, el colegio también recibió un mimo religioso. Monseñor Jorge Wagner realizó la apertura de cuatro puertas santas en la Diócesis de Comodoro, y una de ellas es la capilla del colegio, un reconocimiento "por su significancia y la historia que acompañó la espiritualidad de Comodoro Rivadavia", dice Otero. 

En la actualidad, la escuela es gestionada por personal laico que mantiene la esencia del establecimiento. Foto: Fredi Carrera.
En la actualidad, la escuela es gestionada por personal laico que mantiene la esencia del establecimiento. Foto: Fredi Carrera.

El colegio mantiene su esencia. Sus paredes reflejan su arquitectura centenaria y el patio central la historia de cientos de niñas y niños que alguna vez pasaron por esas aulas y construyeron sus sueños con una educación salesiana que marcó sus rumbos. 

Si, porque hace dos años, el colegio abrió la inscripción a varones de primer grado y polimodal, y ya cuenta con varios docentes de nivel primario que se graduaron en el mismo establecimiento. Así, el Instituto María Auxiliadora comenzó una nueva etapa, manteniendo su esencia y su legado centenario, en una ciudad que ya no es un pueblo.

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