Durante más de dos años, Walter “Curly” Castro ha llamado a Irlanda su hogar. Originario de Comodoro Rivadavia, este apasionado del rugby decidió un día emprender un viaje que no solo cambiaría su lugar de residencia, sino también su forma de ver y vivir la vida. Walter relata con entusiasmo, pero también con nostalgia, la trama de su vida en un país que lo ha acogido en el corazón del rugby, un deporte que le apasiona profundamente.

Castro es nombre de rugby, jugador, entrenador y ex colaborador de Chenque, supo ser parte del staff técnico del equipo campeón del Austral 2019 del Celeste y también entrenador del seleccionado de la URA y colaborador de la URBA y UAR, donde cosechó grandes amigos, como Federico Martín Aramburu y Felipe Contepomi. En el 2022, tras una propuesta, decidió salir de la zona de confort y se fue a trabajar a Irlanda, para también aprender inglés y seguir capacitándose como Coach.

"Acá estamos, feliz de estar en este país que aprendí a querer en poco tiempo," dice Walter. Su viaje a Irlanda no fue directo; antes pasó por Miami y otras partes de Europa. Sin embargo, fue el verde Irlandés el que capturó su corazón. "El primer año fue durísimo porque no hablaba inglés, sólo sabía decir 'Hello, how are you' y poco más," comenta sobre sus primeros días en Kiler, un pueblo en el condado de Kerry.

No sabía hablar inglés, se fue a vivir a Irlanda y hoy hace historia como entrenador del deporte que más ama

En un principio, Walter empezó trabajando como lavaplatos, un trabajo que, según él, no requiere de mucha comunicación, lo cual era ideal dado su limitado inglés en aquel entonces. Con el tiempo, su adaptación fue tal que pasó a involucrarse más con la comunidad, especialmente con el club de rugby local. "Lo que me sorprendió de Irlanda fue la calidez de la gente en el club. A pesar de empezar en la división más baja, poco a poco fui haciendo mi camino," explica.

Su dedicación y habilidades no pasaron desapercibidas y pronto le ofrecieron más oportunidades. "Este verano trabajé en uno de los campamentos de rugby, lo cual fue un paso importante. Empecé a conocer gente y a integrarme aún más en la comunidad," cuenta Walter, quien además ha tenido la oportunidad de entrenar diversas categorías y equipos, incluyendo el primer equipo, que juega en la liga nacional.

Uno de los aspectos que destaca de su experiencia en Irlanda es el enfoque humano que intenta darle a su entrenamiento. "Nunca ningún entrenador se había sentado al lado mío para preguntarme cómo estaba. Aquí son un poco más fríos en ese sentido," relata. Walter intenta cambiar esa dinámica e instaurar una cultura más cálida y personalizada en el trato con los jugadores.

No sabía hablar inglés, se fue a vivir a Irlanda y hoy hace historia como entrenador del deporte que más ama

A pesar de los desafíos, como la barrera del idioma y la lejanía de su tierra natal, Walter se siente satisfecho y feliz en Irlanda. "La verdad, estoy muy contento. Estoy aprendiendo mucho y también aportando," dice. Su historia no solo es un testimonio de resiliencia y adaptación, sino también un recordatorio del poder del deporte para unir culturas y personas.

En cuanto a sus planes futuros, Walter espera continuar desarrollando su carrera en Irlanda y mantener las conexiones que ha establecido. "Ahora entreno tanto jóvenes como adultos, y cada día en el campo es una oportunidad para aprender algo nuevo," concluye, esperanzado y lleno de planes, mientras sigue llevando un pedacito de Argentina al verde paisaje irlandés.

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