El rumor se echó a correr en las usinas informativas del mismo gobierno hace ya varias semanas, aunque el gobernador Ignacio Torres no termina de decidirse en los tiempos. Es un secreto a voces que el ministro de Economía, Facundo Ball, tiene las horas contadas. Las razones las anticipamos hace tres meses en esta misma columna y siguen siendo las mismas.

En aquel análisis explicamos también por qué el actual ministro de Gobierno, Andrés Meiszner, era uno de los hombres claves de la actual gestión, y cada una de aquellas palabras quedan ratificadas 100 días después: el abogado de Quilmes se volvió más imprescindible aún y va a acumular más poder en un cargo de altísima responsabilidad.

De manera equivocada y malintencionada, buena parte del microclima leyó aquella columna de análisis como una “operación” de Meiszner contra Ball. El tiempo demostró que era una lectura objetiva de la realidad, y que el perfil de un experto académico sin manejo político como el actual titular de Hacienda era imposible de sostener, más aún en un gobierno con un gobernador como Ignacio Torres, que respira política por todos los poros.

En un primer momento el mandatario chubutense creyó que el perfil “decorativo” de Ball -así lo habíamos catalogado por su falta de decisión- le podía llegar a servir para ser Torres el verdadero ministro de Economía dirigiendo los hilos de la marioneta, junto al presidente del Banco del Chubut, Paulino Caballero.

Pero el aislamiento de Ball -sin equipo propio y con el diálogo cortado con sus principales colaboradores, los subsecretarios Carlos Tapia y Marcos Bensimón- devino en una traba absoluta que atenta contra de toda la agilidad que Torres quiere imprimirle a su gestión.

Ya describimos al gobernador “millennial” que trabaja en la inmediatez, quiere todo ya y vuelve loco a su equipo con llamados y mensajes. El Fórmula 1 en el que viaja Torres choca con varias “carretas” que van a paso de hombre. Ball no es el único caso en el gabinete, pero sí el que más se nota.  

Cuando Torres eligió a Ball en diciembre pasado, apostó por un perfil que provenía del radicalismo y del ámbito universitario, un francotirador de las redes sociales que analizaba desde afuera la deuda y el déficit de Chubut con lupa, y parecía un “experto” en números que lograría desactivar la famosa “bomba financiera” que se iba a heredar.

Torres junto a Menna y Ball hace un mes, cuando se anunció que la bomba financiera fue desactivada.

Meses después, se anunció que los cables de la bomba fueron cortados, que ya no puede explotar la provincia, al rediseñarse algunos vencimientos que eran acuciantes, pero siguen quedando muchas cuestiones por resolver en el día a día, que en la gran mayoría de los casos necesitan -más que títulos académicos- la habilidad de la negociación, con un sistema de premios y castigos, que la política conoce desde que el mundo es mundo.

La lectura de Torres es que ahora al manejo de las cuentas de Chubut le hace falta más “rosca” y cintura política, la que Meiszner le demostró en la coordinación de las negociaciones paritarias, donde -sin pagar aumentos maravillosos, hay que decirlo- viene manteniendo a los gremios a raya y logró que prácticamente no haya medidas de fuerza de estatales en un contexto económico absolutamente adverso.

Un perfil conocido

Lo que puede aportar Andrés Meiszner al área de Economía se resume en una sola palabra: política. Es interesante comparar perfiles, porque podría asemejarse a un estilo Sergio Massa, también abogado y no contador o licenciado en finanzas. En el caso de Chubut, el otro antecedente inmediato en los últimos 25 años es el abogado Héctor Capraro, quien fue ministro de Economía en la gestión de José Luis Lizurume.

Es un estilo que difiere del “clásico” de los contadores o economistas, administradores de números: por citar ejemplos locales, Alejandro Garzonio, Pablo Oca, Gabriela Dufour, Ricardo Bestene y Oscar Antonena. Todos del ámbito de las cuentas públicas, que se fueron curtiendo el lomo en el cargo acatando estrategias de sus jefes políticos, los gobernadores de turno.

Quizás el perfil más parecido al de Meiszner haya sido el de Víctor Cisterna, quien ocupó la cartera de Economía luego de 40 años de vida política. Era contador, pero había recorrido toda la carrera de los cargos públicos y partidarios y se las sabía todas.

Alejandro Garzonio, Gabriela Dufour, Oscar Antonena y Victor Cisterna.

Massa, Cisterna, Meiszner, son personalidades que se sientan a una mesa con un funcionario nacional, con un intendente o con un dirigente gremial, llevando un bagaje de negociaciones en el lomo que les dio previamente la política; una experiencia de la que carece un profesor universitario como Ball, o por poner un ejemplo nacional, Martín Guzmán.

Meiszner llegará sin traer gente propia y se valdrá del mismo equipo que hoy está en Economía, quienes ya le reportan directamente a él. Hablamos del tridente que integran los subsecretarios de Gestión Presupuestaria y de Coordinación Financiera, Carlos Tapia y Marcos Bensimón, junto a la Tesorera Paula Cardozo.

Quien sí tiene las horas contadas es el actual director general de Rentas, Gerardo Minnaard, quien conduce un área que para la actual gestión (y para la anterior también) es ineficiente en la recaudación y necesita un cambio total de cara. Por eso, el proyecto que ya terminó de armar Meiszner y que llevará bajo el brazo a la Legislatura en breve, es la Agencia de Recaudación Provincial.

Marcos Bensimón, Carlos Tapia y Paula Cardozo.

Será un organismo totalmente nuevo que se valdrá de las últimas herramientas informáticas para centralizar todo el cobro de impuestos provinciales que hoy está desperdigado de manera caótica, y que impide al estado percibir mucha mayor recaudación.

Poner en marcha esa estructura, y cerrar el acuerdo con los intendentes para unificar la baja de la alícuota de ingresos brutos serán dos tareas inmediatas del nuevo ministro, sumadas a una trascendental que ya viene encabezando, como son las negociaciones paritarias con los gremios estatales, cerrando cada tres meses nuevas pautas que tratan de no perder frente a la inflación con un presupuesto super acotado.

Cambios inminentes

El cambio de Meiszner por Ball es inminente, aunque la fecha exacta la tiene que definir aún Torres, quien dio ya varias alternativas a diferentes interlocutores. Incluso dejó traslucir que podría demorarse todo hasta fin de año, algo que en el gabinete consideran que es imposible con el clima actual interno.

La expectativa es para esta semana que comienza, con la excusa de que se cumplen los primeros 6 meses de gestión, o a más tardar en julio. “De ahí no pasa” aseguran los que hablan con Torres todo el tiempo. ¿Cuál sería el origen de la demora? El nombre del reemplazante de Meiszner en el Ministerio de Gobierno, que es un tema no menor.

Se trata de un área de peso, de la que dependen la Subsecretaría de Gobierno, con la Inspección general de Justicia, la Dirección de Registros Civiles y el Registro de la Propiedad Inmueble; y también la subsecretaría de Autotransporte Terrestre.

Según pudo saber esta columna, para ese cargo, hubo un “sondeo” de Torres a uno de sus hombres de mayor confianza, a quien definimos también como clave dentro del gabinete actual, como es el secretario general de la gobernación, Guillermo Aranda.

De aquella charla entre ambos, que ocurrió hace ya tiempo, no surgió una definición tajante, y la decisión final la tiene por supuesto Torres, quien deberá evaluar si descabeza un área muy importante que viene funcionando bien, dejando por ejemplo al actual subsecretario de Coordinación, el joven Brian Di Luca, para cubrir el bache que deja Meiszner.

“Desvestir un santo para vestir otro” es un refrán que suele servir de ejemplo cada vez que se habla de enroques en los gabinetes, y es algo que seguramente está en la cabeza del gobernador, que debe evaluar muchas cuestiones: aptitud, capacidad, contracción al trabajo, confianza, lealtad.

Gullermo Aranda junto a Ignacio Torres.

No hay dudas que la demora en todos los anuncios obedece en gran parte a este motivo, es decir, quién va por Meiszner a Gobierno. La otra cuestión es si los cambios se harán todos de golpe, o de a poco. Porque hay más áreas en la cabeza del gobernador que ameritan un cambio a 6 meses de gestión.

Mujeres

Las dos áreas más concretas que están apuntadas para ser cambiadas, actualmente son conducidas por mujeres: una es Desarrollo Humano, a cargo de Elba Willhuber; la otra es Producción, bajo la conducción de Digna Hernando. Si Torres finalmente avanza con lo que tiene en mente, la idea es poner allí a otras dos figuras femeninas, pero con otra impronta y que pueden aportar otro dinamismo a la gestión.

Uno de esos nombres no sorprende, porque ya integra actualmente el equipo en un área nueva: es la secretaria de Vinculación Ciudadana, Laura Mirantes, quien ha demostrado mucha aptitud por lo social y por estar en el terreno recorriendo la provincia, y tendría el boleto para ser la nueva ministra de Desarrollo Humano y Familia.

El otro nombre, que en este caso suena para Producción, sí es novedoso para algunos porque no estaba en el radar, pero no llama la atención que -en su visión transversal- Torres vuelva a llamar a otra peronista para su equipo: hablamos de María Florencia Papaiani.

Laura Mirantes y Florencia Papaiani.

La ex ministra de Comercio Exterior de Mario Das Neves, luego diputada provincial por el PJ entre 2015 y 2019, viene de ser candidata a intendenta de Trelew y postulante a senadora nacional por el justicialismo, no terminó en la mejor de las relaciones con el armado que encabezó Juan Pablo Luque en 2023.

Su formación profesional a nivel político y académico -se recibió en la misma carrera que la primera dama Ornella Costa- es valorada por Torres, quien rápido de reflejos, la contactó para sumarla a su equipo. El diálogo entre ambos está abierto y su llegada al gabinete es dada como algo seguro por todo el entorno gubernamental.

Los primeros 6 meses de gestión son un buen momento para hacer un balance, y para reajustar sobre la marcha lo que no viene marchando de manera óptima. La frase de Cristina Kirchner sobre “funcionarios que no funcionan” resuena siempre, y ni que hablar a nivel nacional, donde Javier Milei suele meter mano rápido a su equipo, como pasó en la semana como su jefe de gabinete.

Habrá que ver de qué manera Torres sabe rearmar a su tropa, algo en lo que es novato: con 36 años recién cumplidos, lleva apenas 6 meses como gobernador y nunca le tocó aún despedir a nadie.

 Hasta aquí, sólo renunció el subsecretario de Energía y todavía no se designó reemplazante. Conducir un equipo también es parte de su rol, lo que implica tomar decisiones que seguramente no caerán de manera simpática a más de uno.

No sirve plantar dudas y deslizar rumores a diestra y siniestra, porque eso sólo debilita al equipo. Es la obligación de un buen líder saber apartar a quienes no le suman a la gestión, y es una materia que Torres aún deberá aprobar en su trayectoria: en los próximos días se verá cómo la ejecuta.

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