El ataque mortal de un tiburón en Playa Unión: una tragedia que le costó la vida a un adolescente
Era una tarde de 33 °C en el sector más concurrido de la época (a la altura de la casa antigua del Gobernador). 'Beto' estaba nadando en el mar cuando sufrió el ataque de un tiburón 'gatopardo'. El paso del tiempo mantiene vivo el recuerdo de sus familiares y amigos, quienes relatan detalles de una tarde dolorosa.
El 28 de noviembre de 1973, Playa Unión vivió un episodio que marcó para siempre a la comunidad local y a la historia de los ataques de tiburones en Argentina.
Ese día, el adolescente de 15 años Ismael Alberto Lagos (apodado ‘Beto’ por sus familiares y ‘Negro’ por sus amigos) perdió la vida tras ser atacado por un tiburón a pocos metros de la costa, en un evento tan extraño como impactante.
‘Beto’ disfrutaba de una jornada de playa junto a sus amigos cuando ocurrió la tragedia. Según uno de los sobrevivientes, el grupo de amigos había nadado durante aproximadamente una hora cuando el frío comenzó a apoderarse de ellos.
"Decidimos salir del agua, pero él dijo: 'Vayan ustedes, yo ya voy'. Fue el destino", recordó Néstor Redondo (actual empresario de Puerto Madryn) quien era uno de los jóvenes que estaba en el lugar.
Durante estos 51 años, Redondo sólo habló del hecho con sus familiares y amigos cercanos. Accedió a contar esta historia para honrar la memoria de su amigo y para concientizar sobre los riesgos que se pueden atravesar en el mar.
Lo que siguió fue desgarrador. A mitad de camino hacia la costa, los amigos escucharon los gritos desesperados de ‘Beto’. Al girar la vista, vieron chapoteos en el agua, junto a la ‘aleta de rana’ amarilla que llevaba el joven.
"Llamamos a los bañeros y nos metimos con ellos para intentar ayudar, pero era demasiado tarde", precisó Néstor.
El ataque dejó a todos conmocionados. El cuerpo de Beto fue recuperado por la marea pocas horas después.
Los testigos relatan que el tiburón, identificado como un ejemplar de tiburón gatopardo, le había causado heridas devastadoras en el muslo y a la altura del hombro.
"Fue muy duro, éramos chicos y tuvimos que reconocerlo. No sé si hoy permitirían algo así a menores de edad pero nos tocó vivirlo", expresó Néstor.
Expertos atribuyen el ataque a una corriente cálida proveniente de Brasil que llevó a los tiburones gatopardos hasta la zona.
Tras el incidente, los barcos pesqueros de Rawson capturaron varios ejemplares de esta especie en la región.
Sin embargo, el evento es recordado como uno de los pocos ataques de tiburón registrados en Argentina, donde la interacción entre humanos y tiburones es extremadamente rara.
Este hecho marcó un antes y un después en Playa Unión. En años posteriores, se incrementaron las medidas de seguridad para los bañistas y se lanzaron campañas educativas sobre el comportamiento en el mar.
En EEUU en el 2019, Paige Winter tenía 17 años cuando sufrió el ataque de un tiburón que le provocó la pérdida de una pierna en el hecho. Su caso está presente en la plataforma de Netflix.
EL GUARDAVIDAS QUE PRESENCIÓ EL RESCATE DEL CUERPO
A lo largo de sus 37 años de trayectoria como guardavidas, Raúl Bianchi, vivió uno de los episodios más estremecedores en la historia de Playa Unión.
Bianchi había terminado su jornada laboral cuando un inesperado llamado a su puerta lo puso en alerta. “La Policía estaba en mi casa. Pensé que había ocurrido algo con alguien en el sector de la playa donde trabajaba”, evocó.
Una vez que concurrió al puesto de Playa Unión donde cumplía servicios, ya había un operativo en marcha con la Policía del Chubut, el juez, Bomberos y centenares de curiosos.
Horas después, el cuerpo del joven fue hallado con heridas terribles en el cuádriceps y en el omóplato.
“En algunas notas, se barajó la posibilidad que haya sido una orca pero - para mí- fue un tiburón. Por aquel entonces, en la zona abundaban los tiburones gatopardo. Era un panorama muy distinto al actual”, afirmó.
A pesar del impacto psicológico, Bianchi continuó desempeñando su labor con dedicación. En aquellos años, los guardavidas enfrentaban condiciones muy distintas a las actuales: menos puestos porque la playa terminaba metros después del internado debido a que había médanos en el trayecto al puerto, escasos medios de comunicación internos, jornadas intensivas y simulacros diarios.
Sus historias van más allá del episodio con el tiburón. Desde rescates en alta mar hasta enfrentamientos con bañistas imprudentes, Bianchi siempre priorizó la prevención como clave para salvar vidas.
“He tenido que lidiar con personas ebrias, con gente que se enoja por los silbatos, pero más vale molestarlos que arriesgar su vida”.
RETRATO DE UN CHICO MARAVILLOSO
Más allá de la tragedia, el caso de ‘Beto’ también ha generado un análisis sociocultural sobre cómo estos eventos pueden fortalecer los lazos comunitarios.
La tragedia del joven unió a los familiares, amigos y vecinos en el duelo, pero también consolidó los valores de la solidaridad, la memoria y el sentido preventivo.
Si bien ‘Beto’ era oriundo de Puerto Madryn, vivía en Rawson (a pocas cuadras del Hospital ‘Santa Teresita’) y concurría a la escuela con internado de Playa Unión.
Su partida dejó un vacío en su familia y amigos pero también un legado de anécdotas y recuerdos que mantienen vivo su espíritu.
En aquel momento, Norma y Miriam eran sus primas más cercanas y vivían con él. Eran las dos personas que lo conocieron profundamente, compartieron sus memorias sobre el lado más humano de “Beto” para revelar su carácter protector, su energía inagotable y sus condiciones artísticas.
LA MERIENDA QUE QUEDÓ TRUNCA DE LA PEOR MANERA
Luego de 51 años, las protagonistas de la familia contaron los detalles de aquellos instantes en diálogo con ADNSUR.
Miriam recordó -minuto a minuto- sus vivencias de aquel momento en un relato que también retrata las características de esos tiempos que eran comunes a la mayoría de las familias argentinas.
“Esa tarde, yo estaba preparando la merienda, como hacíamos por turno. Lo esperaba para que viniera a tomar la leche”, reveló.
“Cuando uno de sus amigos, Juan Ignacio Bortagaray (hermano del ex intendente de Dolavon, Juan Martín Bortagaray) vino con su ropa y una de pata rana amarilla, no le creí. Pensé que era otra de las bromas que solían hacerme”, relató.
“Pero cuando él empezó a llorar, comprendí que era verdad”, evocó Miriam.
A pesar de la crudeza del momento, Miriam rememoró las peleas fraternales con "Beto" sobre quién debía lavar los platos o calentar la leche como parte de una relación llena de cariño y complicidad.
Norma describió a "Beto" como un joven reservado pero lleno de inquietudes. Su habilidad para el dibujo destacaba entre sus talentos.
“Dibujaba historietas y paisajes, les ponía vida a los personajes. Era un artista nato”, aseguró.
También recordó su espíritu aventurero. “Aprendió a nadar en el internado y pasaba horas en el agua. Le encantaba la playa incluso cuando se iba caminando hasta allá con sus amigos”, agregó.
Miriam y Norma coinciden en que "Beto" tenía una habilidad innata para proteger a los demás. "Aunque me gastaba con bromas, siempre ponía un límite para que nadie más me asustara demasiado", señaló Miriam.
Ese instinto protector lo extendía a su círculo de amigos para asegurarse que las bromas no se convirtieran en crueldades. Su bondad y valentía eran características que todos reconocían.
LA PRESENCIA DE ‘BETO’ EN LOS SUEÑOS DE MIRIAM
El dolor de su pérdida se vio mitigado por sueños recurrentes que Miriam tuvo durante años.
“En el sueño, él aparecía flotando en el mar, entero, luminoso. Me decía que estaba bien, que no me preocupara, que su cuerpo había quedado en la tierra pero él estaba feliz. Creo que esos sueños fueron mi consuelo de niña, una forma de sanar", consideró.
"Beto" también cargaba con una historia personal de resiliencia. Había sido criado por su tía Adelina quien asumió el rol de madre en su vida Ella fue un pilar fundamental en su desarrollo brindándole el afecto y la estabilidad que necesitaba.
51 años después, los relatos de Miriam y Norma pintan el retrato de un adolescente lleno de vida, creatividad y amor por el mar.
Su trágico final sigue siendo una herida para quienes lo conocieron pero su memoria vive en cada palabra de quienes lo recuerdan con tanto cariño.
“Beto” fue un hermano, un amigo, un primo, un sobrino, un protector y un soñador cuya esencia aún ilumina a quienes lo amaron y a quienes lo mantienen presente a pesar del paso del tiempo.
Agradecimientos especiales: Norma Chaves, Miriam Díaz, Néstor Redondo, Raúl Bianchi, Jorge Arias; archivos de los diarios ‘Jornada’ y ‘El Chubut’.