El Papá Noel de carne y hueso que regala sonrisas e ilusiones a niños de toda la Patagonia
Papá Noel extendió su base del Polo Norte y desembarcó en la Patagonia Argentina, donde los dinosaurios son un ícono del turismo y las ballenas nadan cerca cada año.
Mientras Papá Noel recorre el mundo repartiendo regalos, en la Patagonia argentina hay un hombre que también se convirtió en el embajador de la magia navideña.
Noel vive en el Polo Norte, pero también tiene base en el sur de la Patagonia, más precisamente en Trelew, ciudad que se encuentra a 376 kilómetros de Comodoro Rivadavia. Allí Jorge Nórdico, le da vida a este personaje que maravilla tanto a niños como a grandes.
Se trata de Jorge Nórdico, un jubilado de 66 años que desde hace más de una década se viste de rojo y blanco para llevar la alegría a los niños y adultos de Trelew, una ciudad ubicada a 376 kilómetros de Comodoro Rivadavia.
Nórdico nació en Capital Federal y creció en un hogar humilde de Florencio Varela, provincia de Buenos Aires. Cuenta que en su infancia no tuvo un buen pasar económico y a los 14 tuvo que dejar la escuela técnica donde estudiaba porque sus padres no podían costear sus estudios. Así, en cuanto pudo, entró a la Infantería de Marina donde se quedó durante 10 años.
LA MAGÍA DE LA NAVIDAD
Previo a la Nochebuena, y mientras alistaba los regalos que dejó debajo del árbol, Papá Noel dialogó con ADNSUR, recordó el viaje que hizo hace poco hace un par de año a Comodoro, donde se sacó fotos y contó cómo es trabajar para los niños en tiempos navideños.
Luego de su paso por las Fuerzas Armadas, Nórdico se radicó en Esquel se mudó a Esquel, en la provincia de Chubut, donde conoció a su esposa. Más tarde, en medio de la crisis del 2001, decidió probar suerte en Brasil, donde abrió una escuela de buceo. Pero un accidente lo obligó a volver a la Argentina y a recalar finalmente en Trelew, donde consiguió trabajo en el Servicio de Protección de Derechos del Niño.
Fue entonces, hace 9 años, que una idea solidaria cambió el rumbo de su vida. "Se me ocurrió que teníamos que comprar juguetes para los niños que estaban en nuestro programa, para reforzar el vínculo familiar en Navidad", recuerda Nórdico.
Su parecido con Papá Noel era innegable. Siempre lo cargaban porque se parecía mucho a Santa Claus. Sabiendo eso, decidió ir a ver al gerente del Shopping, y le propuso una idea.
"Le conté lo que quería hacer, le gustó, le resultó simpático y esa temporada me hizo trabajar en el shopping. Con el dinero de mi pago se compraron 400 juguetes y se cumplió con el objetivo del proyecto", explica.
Desde entonces, el "Papá Noel patagónico" se transformó en una figura emblemática de la Navidad en Trelew. Cada año, a partir de mediados de octubre, comienza su intensa agenda de visitas a casas, eventos y centros comerciales, donde reparte regalos y saca fotos con los niños.
"Me vuelven loco", cuenta entre risas. “Caminar una cuadra es terrible. En algunas ciudades trato de bajarme de un auto y meterme en algún lado. En Trelew no tanto porque ya me conocen, pero si voy al supermercado los chicos me ponen la cartita en el changuito o en el limpiaparabrisas del auto. En cualquier época del año”. Nórdico guarda todas esas cartas como un tesoro.
Padre de dos hijos - Mijaíl de 21 y Abigail de 23- Papá Noel asegura que es emocionante ver la reacción de los chicos y mucho más aún cuando la presentación se da en Nochebuena. “Es súper emocionante porque, que tengas que ir un 24 a la noche, quiere decir que hay padres que están propensos, ávidos a que llegues y que comparten esta ilusión con los chicos. A veces se emocionan más los grandes que los chicos, porque los chicos están esperando los juguetes y los padres a Papá Noel”.
Papá Noel por muchos años continuó con las colectas solidarias, aunque ahora casi ya no las realiza. Admite que “se complica un poco el tema y que a veces son un poco decepcionantes”.
“La gente no dona de corazón, sino lo que les sobra. No en todos los casos, pero ese tipo de actitudes por ahí te frenan. Entonces lo que hago es destinar un poco de lo que gano a comprar juguetes y eso se dona a través de la iglesia, las vecinales u otras instituciones. Lo único malo es que la distribuidora nunca me hizo descuento”, dijo entre risas, desnudando una realidad.
Con 66 años, y muchas veces acompañado por su hija, Papá Noel disfruta su trabajo y no duda en afirmar hasta cuando continuará. “Esta ocupación tiene algo que es muy difícil, por ejemplo, comer fideos con tuco, porque se te llena la barba de salsa y es terrible. Lo que quiero decir es que el día que me ponga el traje rojo y no me pueda meter en el personaje, no me emocione o no se me caigan las lágrimas cuando abrazo a un chico dejare de hacer el personaje. Yo me emociono con los chicos, con lo que estoy representando para ellos, y trato de dar todo de mi, porque los chicos tienen sueños, son muy frágiles y hay que saberlos cuidarlos”, dice este hombre chubutense que siguió los pasos de San Nicolás, regalando sonrisas y alegrías en niños y grandes.
Intervenida con IA, editada y redactada por un periodista de ADNSUR