Es bartender y fue elegida para una competencia de Campari gracias al trago que preparó en homenaje a su barrio

“Me gusta esto de transmitir algo a las personas”, dice Ivana Svoboda mientras toma un sorbo de café. Pasaron más de 24 horas de la Campari Bartender Competition, y la comodorense dejó todo en el certamen donde compitió con otros cuatro especialistas en coctel del país. 

Se la ve contenta, satisfecha, fue seleccionada entre 145 personas y pudo llevar parte de la historia de su vida gracias a aquel trago que, de alguna forma, cuenta la historia de su barrio.

Ivana nació y creció en Diadema, ese pequeño barrio que se encuentra a 27 kilómetros del centro de Comodoro Rivadavia, y que se caracteriza por su arquitectura con herencia holandesa gracias a lo que fue la llegada de Shell allá por la década del 20. 

“Tiene su magia”, dice con orgullo. Y tiene razón, quizás por su estilo que lo distingue del resto en esta zona de la Patagonia, por los sótanos de sus casas o quizás por las instituciones históricas que conviven con esa pequeña barriada: la famosa pileta, la comunidad de las Carmelitas Descalzas o la iglesia del barrio que tantas veces ha sido fotografiada por su arquitectura o su paisaje.

“Siempre tuve una identidad muy marcada con el barrio”, dice Ivana al repasar su historia, y admite que “fue hermoso crecer ahí, con mucho contacto con la naturaleza”.

“Yo creo que es un lugar que te permite potenciar la creatividad. Sin tanta contaminación sonora y visual, y el hecho de estar alejado de la urbe, te permite potenciar otros sentidos u otras vivencias que se dan en lugares más alejados”.

Ivana creció en la libertad que ofrece Diadema y a los 18 años, cuando decidió buscar su propio destino, se fue. Quería ser chef gracias a la influencia de su abuela, “una gran cocinera que siempre nos cocinaba recetas dulces y saladas”.

Australia fue su primer lugar en una época en que no estaba tan de moda la Working Holiday, y la cocina fue la herramienta que tuvo para ganarse el mango. Luego llegaría Buenos Aires, la ciudad donde descubrió la coctelería, su verdadera vocación.

“Yo quería ser chef y estudie en el Instituto Argentino de Gastronomía, pero encontré en la bebida toda esa parte creativa que también se puede hacer. Me formé en el Centro Argentino de Vinos y Espirituosas y en la EAS hice la carrera de sommelier, porque además de bartender soy sommelier", dice con orgullo. 

Hace 15 años, Ivana decidió que era momento de regresar a Comodoro. Extrañaba el mar, la familia y la libertad que ofrece vivir en Patagonia. Por ese entonces, ya había colgado el delantal de cocinera y sabía que era momento de difundir todo lo que había aprendido en este mundo de tragos y espirituosas. 

“La gran ciudad en algún momento te cansa", dice al recordar ese momento, "más viniendo de Comodoro, que se vive con más libertad, más en contacto con la naturaleza. Necesitaba el mar, así que me vine; era como un ciclo que tenía que hacer para estar cerca de mi familia, el mar y de la ciudad”.

Desde entonces, la bartender ha trabajado asesorando a diferentes locales gastronómicos. En su hoja de ruta están Zabat, Sigmund, Ele, donde formó un club de coctelería, y Molle Verde, el restaurante que Pablo Soto creó en una vieja casona de YPF en Kilómetro 3.

Desde hace un tiempo, es la encargada del servicio en King Arthur, un bar de vino y coctelería que se encuentra en el subsuelo de Rawson 666 y que se caracteriza por su concepto al estilo Buenos Aires. Además, impulsa Lima Coctelería, su servicio de barra de eventos que se puede encontrar en las ferias gastronómicas que se realizan en la ciudad.

Ivana es una buceadora de las redes sociales y hace unos meses encontró una competencia; no dudó y decidió participar. Así llegó a la final de la Campari Bartender Competition, donde cinco bartenders de toda Argentina compitieron para quedarse con el mejor Campari del país. 

El martes en Punto Mona, Chacarita, el jurado evaluó la técnica, el sabor del trago y el storytelling del sabor del coctel. 

“Diadema”, de alguna forma buscó resumir la historia de Ivana y su barrio. El campari era el alma y el amor que siente por esa pequeña barriada. La ginebra bols homenajeó a los holandeses que fundaron el barrio y el licor de guinda artesanal expuso, de alguna forma, los frutos autóctonos que se pueden obtener en esta parte de la Patagonia. El sello mágico se lo dio el cordial con pimienta rosa y jugo lima, y la espuma de tomillo silvestre, “un toque explosivo, que le dio un sabor único y 100% patagónico. 

Fueron casi seis horas de competencia, entre el inicio y la apertura de puertas al público en general. Y además de Ivana, también estuvo la comodorense Guillermina Usqueda, quien por estos días vive en Buenos Aires. 

Lo cierto es que más allá de la competencia, en cierto modo, Diadema representa lo que Ivana busca con la coctelería. “En este momento estoy en una coctelería basada más en productos locales o autóctonos, con sabores que solo se dan acá. Me gusta que los tragos sean bebibles, fáciles de tomar y al mismo tiempo complejos: equilibrados, sutiles, que te puedas tomar uno o tres tragos y no te empalague ni te invada, que sea una linda experiencia”. 

Ivana lo dice, le gusta “esto de transmitir algo a las personas” y, ¿qué mejor que hacerlo con frutos de la zona?. 

“Está bueno darle importancia a los productos que tenemos acá, creo que le da un plus y un valor agregado que no tiene nadie. Es una manera de diferenciarse, porque acá pasan cosas buenas, pero hay que meterle fichas, hay que desarrollarlo. Entonces esa era un poco la idea, mostrar que acá también se pueden hacer cosas”.

La próxima semana, Diadema estará disponible en King Artur, de miércoles a sábado. Allí, quienes quieran podrán degustar el cóctel que resume parte de la historia de Ivana, un trago que demuestra que en Comodoro también hay talento y productos que permiten tener una identidad única y con historia.