Claudio Goinhex tiene un comercio de compraventa de artículos nuevos y usados, fue catequista durante 15 años, y su vocación por ayudar a los demás siempre estuvo presente.  Sin buscarlo, y motivado por su ferviente solidaridad y fe en Dios, comenzó repartiendo donaciones y terminó creando una fundación que hoy asiste a personas que viven en la extrema pobreza, muchas de ellas en el basural.

Hoy la situación social y económica es más que crítica en casi todo el país, crece la pobreza y son cada vez más las familias que necesitan ayuda para poder tener un techo, vestirse y hasta comer todos los días. Claudio es consciente de esa realidad que lo interpela, y que hace que esté al frente de la fundación "Vivir para Ayudar", que además de recibir donaciones, promueve la posibilidad de darle oportunidades a las familias que atraviesan la extrema pobreza.

"Vivir para Ayudar" nació hace 12 años en la ciudad de Neuquén, "casi por casualidad" afirma Claudio, pero la realidad es que su vocación de servicio y solidaridad lo acompañó siempre. Tras ser catequista durante varios años, donde también dedicó parte de su tiempo a ayudar a las familias, decidió alejarse de ese rol, pero los vecinos seguían teniéndolo como referente de la capilla a la que asistía, por lo que continuaban acercándole las bolsas de consorcio con donaciones.

Una tarde, en medio de los mates, se dio cuenta de que había varias bolsas de donaciones acumuladas en su local. En ese momento, la culpa lo invadió y decidió, con la ayuda de amigos, ir a algunos de los barrios más pobres de la ciudad para acercarles ayuda a las familias que sabía estaban atravesando una situación complicada. 

"Habré contado como 10 bolsas y ni siquiera las abrí. Me empezó a trabajar la cabeza y digo que capaz hay gente que necesita, seguramente hay ropa, calzado y yo las retuve tanto tiempo, empecé a hacer un mea culpa  y en eso llegan mis amigos, entonces les pedí que me ayuden a seleccionar y hacer una feria para venderlas y con lo que juntamos fuimos al mayorista y compramos harina, azúcar y fideos", relató a ADNSUR. 

Se subieron al auto y salieron a repartir. En un momento pasaron por una casita muy precaria, de un sector de asentamiento, y decidieron bajarse a hablar con la familia. "El piso era de tierra, las paredes no llegaban al piso, se traslucía la claridad de afuera. En una esquina - en el piso - vi una frazada y para mí era un perrito, pero en realidad era uno de sus hijos que dormía ahí, porque no tenían ni colchón", recordó conmovido.

"Tuvimos que explicar que no éramos políticos, ni de ninguna iglesia en particular, solo éramos tres personas que nos unimos para ayudar", afirmó.

Fue así que llegaron hasta otra casita precaria, donde vivía una mujer con varios hijos, y para su sorpresa constataron que todos se habían contagiado de sarna. Sin poder asimilar lo que veían sus ojos, decidió que no iba a dejarlos solos. Junto a sus amigos buscaron ayuda de un especialista que los ayudó con la medicación, le consiguieron una casa y hasta le dieron la posibilidad a la mujer de hacer algunos cursos de cocina, y la apoyaron para comenzar con la venta de huevos. 

"No teníamos el poder adquisitivo, pero le prometí que iba a mover la tierra y el cielo para que por lo menos esa familia esté bien. Así que ahí abrí  el Facebook y empecé a contar la historia y 20 minutos más o menos comenzó una cadena de ayuda", recordó. 

Eso fue el inicio de arduo trabajo que continuó durante estos 12 años, con ayuda de amigos, algunos familiares y vecinos que están presentes, siempre que el tiempo se los permite. También comenzaron las charlas en algunas escuelas, donde Claudio iba a contarles a los alumnos de 4º y 5º año de secundaria el trabajo que hacía la fundación y tratar de al menos sembrar una semilla que le permita a los chicos pensar que había otras realidades y que todos, desde algún lugar, podemos ayudar a cambiarla.

Así, para su sorpresa, fue juntando camionetas llenas de cajas con comida, ropa, calzado, muebles y hasta heladeras. Sin darse cuenta, había logrado llegar al corazón de muchas familias que entendieron y confiaron en su labor.

VIVIR EN EL BASURAL

"Yo tengo una esposa, tengo dos hijos sanos, tengo un trabajo, salud, amigos, una cama donde me puedo acostar, una ducha donde me puedo bañar con agua calentita, pero hay otras personas que duermen en el piso, que comen de la basura. Yo he visto esas bolsas negras, que nosotros sacamos al tacho, las abren y sacan fideos entre los dedos para comer, eso se llama hambre. Esa persona que estaba comiendo de la basura, no tenía otra opción", asegura al relatar la dura realidad que viven cientos de familias que hoy atraviesan la extrema pobreza.

"Nosotros trabajamos mucho en el basural, porque el objetivo principal de la Fundación es ayudar a las personas de extrema pobreza, no a los pobres, o sea, uno que la está pasando mal porque se quedó sin trabajo - o sea, también lo ayudamos - pero apuntamos a los que están en extrema pobreza que están viviendo, trabajando y comiendo en el basural. Son personas que están las 24 horas del día revolviendo la basura. ¿Y qué hay abajo de la basura? Más basura y dentro de 10 años van a seguir ahí revolviendo la basura, la esperanza para ellos es cero", reflexiona.

Por eso, es que a diario se acerca al basural, habla con la gente, les lleva lo que tiene - ropa, calzado - pero principalmente una vianda de comida. Y afirma que hoy viven allí cerca de 100 personas. "No hay una palabra para contar el sentimiento que provoca ver que una persona se conforme y esté contenta de comer lo que tiran en la basura. Eso es que ya no tiene esperanza".

SUMANDO VOLUNTARIOS

Si bien todas las donaciones son bienvenidas y son de gran ayuda, Claudio reconoce que es necesario más personas que puedan ayudar en el arduo trabajo que tienen, ya sea buscando donaciones, vendiéndolas en las ferias para juntar plata y poder comprar alimentos, también yendo a visitar a algunas familias.

"Un voluntariado significa que no recibo nada a cambio, venís por tu propia voluntad, todo esto es de corazón. Y yo lo primero que garantizo es la transparencia, vos me das un grano de arroz y yo estoy garantizando que va a llegar a la gente. Nosotros todo lo que hacemos es a cambio de nada, porque ni siquiera necesitamos que la persona nos diga gracias, porque la devolución de la gente es la recompensa, como el día que una persona abrazó la bolsa de donaciones agradecida porque se acordaron de ellos", afirma.

"Tenemos familias donde mensualmente les llevamos una bolsa bien contundente, hay gente muy necesitada y hay gente muy avivada, y yo siempre busco que todo llegue adonde tiene que llegar, me autoproclamo el guardián de las donaciones porque estoy acá para ayudar, no estoy para lucirme ni para mostrarme en fotos. Me interesa que la gente esté bien", dijo. Esa asegura, es su mayor recompensa.

Quienes estén interesados en poder sumarse como voluntarios, o saber de qué manera ayudar a Claudio y la fundación, pueden hacerlo a través de Facebook o al 299-5870451.
 

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